viernes, mayo 26, 2006

Una intensa jornada de trabajo

Esta mañana me ha levantado a las 9 de la mañana para preparar la cafetería de la uni para el bautizo de la niña de la directora del restaurante. Como hoy era festivo y la cafetería cerraba, la directora ha decidido celebrar allí el convite y yo, como no podía ser de otra manera, la he ayudado.
Le primero que me he encontrado es que habían decorado la cafetería con globos de colores y cosas por ahí para que todo pareciera más en rollo bautismo y familiar y todo eso.
La señora Madamme me ha dado las llaves de todas las puertas de neveras, cafetería, restaurante, almacenes... para poder preparar las cosas. Entre ellas consistía colocar los aperitivos en las mesas, poner las mesas de la terraza para después y hacer un par de ensaladas.
Bueno, pues estando yo en cuestión de colocar las mesas en la terraza he tenido ciertos imprevistos. Las mesas son de estas blancas de plástico como las de las terrazas de los bares (recuerdo que estoy hablando de la cafetería de la uni y no de un restaurante de 3 cucharas, es así no? cucharilla del postre, cuchara la sopa y cuchara que nadie sabe para que sirve). Primero he puesta la tabla de la mesa boca abajo, le encajo las patas... y voila!, mesa montada que cuando intento poner del derecho las patas salen volando cayendo entre los coches que están aparcando. Buen empiece. Una vez que consigo dar con la clave de las patas y las mesas, he pensado joder que calor, lo cual es lógico si tenemos en cuenta que había intalado las mesas debajo de todo el sol y era insoportable. De manera que decicí transladar las mesas (ya montadas) unos metro más allá para que quedaran debajo de un árbol y, por tanto, mesas que se desmontan por el camino y patas que vuelven a volar por los aires.
Cuando ya está todo hecho con las mesas, me dispongo a entrar en el restaurante de nuevo y oh, que ha pasado, he dajado dos puertas abiertas y la corriente se ha llevado servilletas y vasos de plástico al otro extremo de la habitación. Recojo todo tranquilamente y me decido a continuar con la preparación del evento.
Entro en el restaurante y abro la nevera. Me como unas rodajitas de salchichón corso y jamón corso. Total no se va a notar. Ahora, debo hacer una ensalada, pero ¿Dónde está la lechuga? La directora me ha dicho hazlo como puedas con las cosas que haya. Pues, vale. Cojo una fuente de metal, le pongo en el centro un pegote enorme de ensalada de gambas y cangrejo que había en la nevera y todo alrededor de un poco de lechuga que tambien había, al más puro estilo estilo yaya Mayte. Pero claro una ensalada para 80 personas como que no me llegaba. Así que he ehcho otra, de manera similar, pegote de cangrejo y ... rúcula, sí, todo alrededor de rúcula, porque lechuga no había, pero rúcula había para rato. Para los que no sepan lo que es la rúcula, es algo así como si te vas al descampao de al lado de caso, le cortas unos hierbajos, los aliñas y te los comes. Luego he plantado unas cuantas aceitunas negras y verdes a los bordes (las que me han sobrado me las he comido) y le he echado un poco más de pegote de cangrejo que quedaba en el culo del bote. Pues ahí que forrado las ensaladas con plástico y a la nevera, donde me comido una pizquica salmón con queso. Vuelvo a la cocina y me autotorturo a mi mismo viendo el rastro de mierda que he dejado. Como puedo ser tan cerdo. Hay resto de rúcula con salsa de cangrejo hasta en el techo, ¡¡qué pasa!!!, teníais que haber visto lo duro que estaba el bote para abrirlo.
Decido no limpiar la cocina por el momento y me voy a la cafetería de nuevo a ver que más debo a hacer. Antes paso por la nevera y me meto en al boca tanto salchichón como me entra en los carrillos con tan mala suerte que a la que cierro la nevera me encuentro de frente con el vigilante de la residencia que iba a ver porque estaban abiertas la puertas del restaurante. Momento, en el que debido a la fuerte impresión de encontrar con alguien en aquella cocina en penumbra y sin ruidos, el salchichón que intentaba tragar rapidamente se me ha ido por otro lado y solo recuerdo un hombre gordo que me dice cosas en francés mientras intento no morir junto a él asfixiado en la cocina del restaurante de la universidad de Córcega.
Una vez ya recuperado de este contratiempo sin importancia, tengo que hacer la cesta de la fruta. Explico. La mujer me había dicho 'en esta cesta enorme metes toda la fruta que te he dejado en las bolsas de plástico, tooooda, como quieras, pero toda' Pero que se cree que iba a hacer a la saca con su fruta, pero por quién me está tomando. Pues toda la fruta le metido en la cesta, más bonita me ha quedado la cesta, con sus plátanos, sus manzanas, sus peras, sus 2 piñas que no entraban en la cesta las cabronas... los kiwis... que cesta de fruta de verdad. Nunca había hecho una cesta de fruta tan bonita. Fijate si estaba bonita, que cuando he acabado me he dado cuenta de que no he lavado la fruta, pero no la he deshecho porque no me sentía con fuerzas de repetirlo.
Cojo mi cesta de 12 kg lo menos y me voy pa la calle a sacar la fruta a las mesas de fuera, que parece que queda mejor. Con tan la mala suerte, que he tropezado un poco con el metal del suelo de la puerta y unos de kiwisis comienza a rodar, yo que lo cojo, la manzana que salta, los plátanos que resbalan y al final me encuentro conque entre las manos solo me queda una piña. A tomar por el culo la fruta, la cesta y una de las mesas que se me ha vuelto a desmontar. Mordiendome los labios moradas por la casi asfixia anterior, trago saliva con sabor a salchichón. Coloco las frutas en la cesta como me ha venido en gana y la he dejado encima de la mesa de la calle. Quien quiera fruta que la busque, eso si, sin lavar. Entro en el restaurante y ohh, joder, he dejado de nuevo la puerta abierta y otra vez el aire se ha llevado las servilletas contra las pared del fondo. Así que pongo un mendrugo pan encima cada servilleta. Se acabo el problema.

Después ya solo he hecho algunos arreglos más y han comenzado de venir invitados mientras comienzo a sacar los canapeses. Cuando han traido la tarta, lo he flipado. Pedazo de tarta para un bautizo, enoooorme. La traían en una furgoneta y me han pedido que les ayude a transladarla. Por suerte la tarta a llego bien y la hemos puesto en la mesa del pan porque estaba vacía ya que todos los mendrugos estaban esparcidos por el restaurante. Veis como al final todo tiene su lado positivo.

Al final no se si me pagaran algo porque me han dado de comer en el momento, me han dado de comer para casa, he ido luego a beber el café con la familia corsa, me ha dado otra vez comer para casa, les han dado a Jos y Celine de comer para casa (es que se han venido conmigo porque les había dicho que si venían algo caería) y al final me lo he pasado bien.

Por cierto, al final se me olvido recoger la cocina. Verás el lunes cuando lleguen para quitar el cangrejo seco de las paredes. Ah, también me han hecho un pequeño remarque, la cesta de fruta muy bonita (??¿¿) pero a ser posible la próxima puedo quitarle la pegatina de publicidad a las naranjas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nice colors. Keep up the good work. thnx!
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